lunes, 20 de julio de 2009

Las normas del Evangelio



Pareciera ser que éste es un tema del cual poco hablamos o enseñamos, ya que por lo general muchas de las preguntas que se hacen, por ejemplo, respecto de los problemas que los jóvenes enfrentan y cómo podemos ayudarlos, están respondidas en los documentos que la Iglesia ha publicado, y que se conocen como las normas del evangelio.
Estas normas están basadas en verdades eternas. Elder Packer ha enseñado: "Nosotros no fijamos las normas, pero se nos manda enseñarlas y mantenerlas" (Elder Boyd K. Packer, Liahona noviembre 2003).Estas normas deben ser enseñadas en todos los niveles etarios de la Iglesia: por ejemplo, a los niños en la Primaria se les debe enseñar "Mis Normas del Evangelio", las que son parte importante de su programa de logro, "Fe en Dios". Algunas de estas normas son: - Recordaré mi convenio bautismal y escucharé al Espíritu Santo. Haré lo Justo, sé que puedo arrepentirme si cometo un error.- Usaré con reverencia el Nombre de Nuestro Padre Celestial y el de Jesucristo.Son maravillosos principios que los niños deben aprender e incorporar en sus vidas, también es un desafío para todos nosotros el aprenderlos y vivirlos, ya que el Señor nos mandó "ser como niños" (Mosíah 3:19).Cuando el niño cumple los 12 años, se le confiere el Sacerdocio Aarónico en el oficio de Diacono, y pasa al programa de Hombres Jóvenes y las señoritas al programa de las Mujeres Jóvenes, en donde comienzan su programa de logros "Mi deber a Dios" los varones, y "Mi progreso personal" las señoritas. En esta edad se debe reforzar la enseñanzas de principios y valores a través de las normas aprobadas por la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce, y que están publicadas en el folleto "Para la Fortaleza de la Juventud". La Primera Presidencia dice: "Nuestros Amados Jóvenes y Señoritas: deseamos hacerles saber que les amamos y que tenemos plena confianza en ustedes, por lo que quisiéramos hablarles con franqueza y honradez. Deseamos para ustedes todo lo bueno y recto del mundo. No son tan solo jóvenes y señoritas comunes y corrientes, sino espíritus escogidos que han sido reservados para nacer en ésta época, en que las tentaciones, las responsabilidades y las oportunidades están en su ápice" (Folleto Para la Fortaleza de la Juventud pág.3). Este folleto debe ser usado constantemente, tanto por los líderes como por los jóvenes, en entrevistas, reuniones, clases, charlas, etc.Al repasar estas normas, apreciamos el amor de Nuestro Padre Celestial por los jóvenes, y como Él está preocupado que ninguno se pierda al tomar el camino equivocado. Estas normas son lo que nos permiten medir nuestra conducta, por eso se nos aconseja respecto de: la apariencia personal, el amistar, la honradez, el lenguaje, los medios de comunicación, la pureza sexual, etc. Si se siguen esos consejos y los internalizamos en nuestra vida, se convierten en valores.Hay normas de dignidad, para el bautismo, para recibir el sacerdocio, para tener una recomendación para el templo, existen normas para los misioneros, etc. Debemos acostumbrarnos a hablar de las normas y de enseñarlas. El Presidente Henry B. Eyring dijo "El Señor establece normas para bendecirnos. Piensen en esas bendiciones. A quienes cumplan con esas normas, Él les promete la ayuda del Espíritu Santo, les promete paz personal; la oportunidad de recibir ordenanzas santas en Su casa; y, a aquellos que perseveren en vivir sus normas, les promete que tendrán vida eterna. Vivirán en familia, en la presencia de Nuestro Padre Celestial y de su Hijo Amado. El Señor ha puesto normas acerca de qué debemos ser y qué debemos hacer para ser dignos de sus bendiciones. Son normas elevadas e invariables, y no tenemos el derecho de alterarlas ni ignorarlas cuando recomendamos a alguien para esas bendiciones sagradas. Comencemos por sostener las normas del Señor claramente y sin pedir disculpas, y cuanto más el mundo se aleje y se burle de ellas, más intrépidos debemos ser nosotros para aplicarlas" (Capacitación Mundial de Líderes, enero 2003).Extiendo una invitación a los padres, líderes y jóvenes y a todos los miembros en general, a que conozcamos, vivamos y enseñemos las normas del Evangelio. Al vivirlas, recibiremos incontables bendiciones del cielo, entre ellas, el don de la vida eterna.Les testifico que estas normas nos ayudan como esposos, padres y líderes en la Iglesia, al recordarnos constantemente qué clase de hombres y mujeres debemos de ser.